¡Hola, hola y feliz inicio de semana y también de Febrero! 🤩
¿Cómo se presenta el mes? ¿Ya tenéis nueva lectura?
¡Por aquí sí! Este pasado fin de semana he empezado En tus zapatos de Beth O’Leary, tal como os enseñé en Instagram y, poco puedo decir por el momento, pero tengo planeada también la segunda lectura de Febrero, que será el libro que debemos leer para la primera sesión del Club de Lectura Quimèric (de la Biblioteca pública de la ciudad), que será ya mi cuarta temporada, ¡y estoy muy emocionada! A ver cómo se portan estas dos lecturas para este mes, ¡ya os contaré! 😁
Y no me enrollo más, ¡que vaya una introducción me he cascao’! 😅 😂
Vayamos con el tema que nos ocupa hoy (que ya sabéis cuál es, ¡seguro! 😉)

¡Y vayamos con nuestra invitada de hoy!
Del lat. tardío peremptorius.
- adj. Concluyente o definitivo
- adj. Urgente, apremiante
Ejemplo:
Fue hacia la trastienda murmurando algo sobre el exilio del escritor al Starbucks del Embankment, la maldita lamparilla azul y la perentoria necesidad de otra taza de té, y Oliver se apresuró a interpretar su fuga como un permiso implícito para subir al piso superior con Liv.
La librería del señor Livingstone de Mónica Gutiérrez
¿Conocíais la palabra? ¿La habéis usado o la usaréis?
¡Contadme! 😃
Pues va a ser que sí, aunque en una novela de las que aún están en mimbres:
«Hoy vamos a ser sometidos a una perentoria evaluación que determinará nuestro papel en la sociedad. En las sociedades, debería decir. Entendemos la categórica necesidad de estas medidas, sí. Pero admitirlas como “todavía imprescindibles” no hace que te gusten siquiera un poco».
Y, por más que pudiese parecerlo, no, no va de virus.
Besetes virtuales
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JIjiji, pues suerte de esto último, ¡porque podría sonar a algo muuy actual! Pues a ver si podemos leer este fragmento dentro de poquito 😁 ¡Besitos!
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