¡Hola, hola y feliz nuevo Miércoles de serie!
Después de hablaros de Daredevil y Jessica Jones (teniendo pendiente el comentario, aún, de Luke Cage, Iron Fist y The Defenders), os traigo la última serie de Marvel publicada por Netflix: The Punisher (temporada 1).

Un antiguo marine decidido a castigar a los asesinos de su familia termina atrapado en una conspiración militar.

Seguimos con la misma imagen adulta como ocurría con Daredevil, no apta para público sensible, sobre todo, a la sangre y, ¡OJO!: para seguir el hilo del personaje y entender algunos de los detalles, debemos haber visto la segunda temporada de Daredevil.
¡Tenedlo en cuenta! 😉

Volvemos a tener el mismo formato de 13 episodios, donde nuestro protagonista, Frank Castle, intenta rehacer su vida, pero pronto se verá involucrado en conspiraciones, se dará de bruces con nuevos y extraños planes, conocerá a amigos y a enemigos y la trama (así como su vida) se irá complicando más y más.
Conocerá al que será su aliado, se encontrará con viejos conocidos, tendrá que ser más listo que nadie y se verá obligado a volver a vestir su logotipo tan característico…

Uno de los temas que se trata en la serie que, de hecho, es uno de los puntos básicos, además de todo el tema de la mafia y el ansia de poder, es la vida de los ex-militares, los problemas psicológicos que sufren (algunos), después de un episodio traumático como es el de una guerra.

Por otra parte, lo que más me ha gustado de esta primera temporada es el aire tan humano que tiene Castle: es una persona a quien han maltratado y han hecho sufrir, tiene sentimientos y eso se nota y se respira por cómo Jon Bernthal trabaja el papel (¡un papelón!).

Por último, comentar que la serie tiene un ritmo creciente muy acentuado, haciendo que los últimos capítulos sean un no parar de acción y entretenimiento y, también, comentar que todos y cada uno de los personajes, con sus propias historias, son muy completos y consiguen que haya una conexión espectador-actor.